Grupo de Meditación

Abierto a todas las personas que quieran participar. Compartiremos conocimientos, experiencias y un espacio de silencio a través de la meditación y el trabajo con las nuevas frecuencias energéticas.

Dinámica

Espacio para el desarrollo interior, con diferentes temas, terapias, conocimientos... siempre con la intención de crecer y evolucionar con ello.

Espacio de meditación. Sin practicar una técnica concreta (Vipassana, zen...) mantenemos unos principios básicos de relajación, concentración, la respiración, como base para entrar en la meditación.

Diferencia entre ego, personalidad y esencia

De acuerdo a la Psicología Gnóstica, tres son los aspectos o factores que se manifiestan o expresan que son: la Esencia, la Personalidad y el Ego.

La Esencia es una fracción de Alma en nosotros, que representa lo Divino, lo innato, lo propio. Es aquello que tiene verdadera realidad; en el Budismo Zen se le denomina Buddhata, y es el material psíquico para fabricar Alma.
Debemos comprender que el Ser humano actual no tiene dentro un Alma como se nos ha dicho, sino que tiene una chispa de Alma que se llama Esencia y que traducida en hechos es Conciencia. Si tuviéramos un Alma integrada, seríamos incapaces de cometer tantos errores y violaciones de la Ley. El Alma es una parte del dios Interno y ella obedece en su totalidad, la Voluntad del Padre.
El cuerpo físico sólo es creado con el propósito de que la Esencia se manifieste y adquiera la experiencia indispensable para su desarrollo. Incuestionablemente la Esencia se encuentra enfrascada entre los múltiples Agregados Psicológicos, viva personificación de nuestros defectos.
Los agregados psicológicos son un manojo de pasiones, deseos, temores, odios, egoísmos, envidia, orgullo, gula, pereza, ira, apegos, sentimentalismos, etc.
El EGO se compone de muchos Yoes. El Ego es múltiple, pluralizado, es por esto que el animal intelectual no tiene continuidad de propósitos porque no tiene un centro de gravedad permanente. Negar la multiplicidad de yoes, es negar las íntimas contradicciones, los innumerables cambios que nos suceden.
Cada idea, cada sentimiento, cada movimiento, cualquier sensación, cualquier deseo, etc., son simples manifestaciones psicológicas de yoes distintos, que nunca están ligados entre sí, ni coordinados en modo alguno.
No somos capaces de originar conscientemente las circunstancias. Realmente sólo el Ser puede determinar concientemente las circunstancias, pero desgraciadamente el animal intelectual no posee todavía el Ser.
Somos gentes dormidas, inconscientes y ni siquiera sospechamos que estamos dormidos. Cada uno de esos yoes pone en nuestra mente lo que debemos pensar, en nuestra boca lo que debemos decir, en nuestro corazón lo que debemos sentir, etc.
El Ego está sometido a la Ley del Eterno retorno de todas las cosas. Después de la muerte física el Ego continúa, y retorna en nuevas matrices para satisfacer deseos. El yo repite en cada una de sus vidas los mismos dramas, los mismos errores, el yo se complica a través del tiempo y de la experiencia volviéndose cada vez mas y más perverso. El niño inocente y bello conforme pasan los años se transforma al fin en el viejo astuto, malicioso, avaro, miedoso. El hombre de hace 18 millones de años es ahora el hombre del cabaret y la bomba atómica. Esa es la evolución del Yo. El Yo no se perfecciona jamás.
Existe otro aspecto que se manifiesta en el hombre y es la personalidad. Ella es un vehículo o instrumento de acción y manifestación creado por el individuo para relacionarse con el medio donde se desenvuelve.
La personalidad es energética, se forma con los primeros siete años de la infancia y posteriormente se robustece y fortifica con todas las experiencias de la vida práctica.
Los yoes empiezan a intervenir a medida que la nueva personalidad se va creando. Durante los 3 ó 4 primeros años de vida sólo se manifiesta en el niño la belleza de la Esencia, entonces el niño es tierno, dulce, hermoso en todos sus aspectos psicológicos.
La vida de la personalidad humana se desarrolla en su tiempo, nace en su tiempo y muere en su tiempo, jamás puede existir más allá de su tiempo. Fuera de toda duda el tiempo es la cuarta dimensión. La mente humana concibe la Eternidad como la prolongación del tiempo en línea recta, nada puede estar más equivocado que este concepto, porque la Eternidad es la quinta dimensión.
Tenemos que comprender que estamos dormidos. Si la gente estuviera despierta recordaría sus vidas pasadas. Si la gente estuviera despierta, vería la tierra tal cual es.
La esencia primigenia se libera al iniciarse el proceso del morir, es incuestionable que se convierta en la Perla Seminal. La Esencia en forma progresiva se irá liberando a medida que vayamos destruyendo los yoes. 
Conforme la Esencia se va liberando, el porcentaje de conciencia va aumentando.
La Esencia embotellada sólo funciona de acuerdo con su propio condicionamiento. El Ego es subjetivo e infrahumano. Es ostensible que las percepciones que la Esencia tenga a través de los sentidos del Ego, resultan deformadas y absurdas.
La conciencia es la Luz que el inconsciente no percibe, así como el ciego no percibe la luz solar, más ella existe por sí misma. Necesitamos abrirnos para que la luz de la Conciencia penetre en las tinieblas espantosas de mí mismo.
Ahora comprenderemos mejor el significado de las palabras de Juan cuando en el Evangelio dice: "La Luz vino a las tinieblas, pero las tinieblas no la comprendieron". Sería imposible que la luz de la Conciencia pueda penetrar en nuestras tinieblas, si previamente no usáramos el sentido maravilloso de la Auto-Observación psicológica.
Con la muerte se cierra el tiempo y la Eternidad se abre, y luego se cierra cuando el Ego regresa al círculo del tiempo.
Sabemos que la personalidad es hija de su tiempo y muere en su tiempo. Lo que retorna es el Ego, el recuerdo, la memoria, el error que se perpetúa, ello es lo que continúa.
La Personalidad es energética, sutil, atómica. Cuando la persona muere, tres cosas van al cementerio: el cuerpo físico y el cuerpo vital se desintegran poco a poco en forma simultánea. La personalidad deambula por el panteón y sólo a través de varios siglos se va desintegrando. Lo que continúa, lo que no se desintegra en el cementerio es el Yo. El Yo es el que retorna incesantemente en nuevas matrices. Todo retorno implica desde luego la fabricación de una nueva personalidad humana.
Sabemos que después de la muerte, el Ego retorna a una nueva matriz. Al retornar, el 3% de Esencia libre, impregna el huevo fecundado. En el recién nacido sólo se halla reincorporado el pequeño porcentaje de Esencia libre, esto da a la criatura Auto-Conciencia y belleza interior. Los diversos Yoes que retornan dan vuelta alrededor del recién nacido, van y vienen libremente por doquier; quisieran meterse dentro, más esto no es posible en tanto no se haya creado una nueva personalidad.
La personalidad es un estorbo entre el Ser y nosotros. Cuando se ha eliminado por completo el Ego, la presencia del Ser puede suplir perfectamente a la personalidad.
La personalidad es el vehículo del karma y en ella se encuentran muchas cosas que nos ligan al karma. La personalidad es múltiple y perniciosa, no es individual.
La falsa personalidad no nos permite conocer la verdadera felicidad. Si uno quiere ser feliz, tiene que empezar por eliminar todos esos yoes que dominan la personalidad, creando en nuestra conciencia un centro permanente de gravedad, pero, mientras exista la falsa personalidad, la felicidad es imposible.